domingo, 30 de noviembre de 2008

Subidón

Amanece un día helado, gris y pesado en Madrid. Levantarse es una tortura y mi cabeza amenaza con estallar. Casi a ciegas abro el correo y encuentro un mail de un amigo con un enlace a youtube.

Tremendo subidón, adrelina pura, rock en vena... el Boss y Fernando lograron lo que nada ni nadie había logrado en meses, hacerme salir a la calle con una sonrisa.

viernes, 10 de octubre de 2008

Duele despertar

Duele despertar y ver el cielo gris. Descubrir que no está el sol ni las estrellas. Que amanece otro día triste y vacío. Que los sueños no se han hecho realidad y que faltan tantas cosas.
Duele despertar y tener que prepararse para otra batalla estéril.
Pero qué bueno que aún puedo inventar sueños, que sigo teniendo ganas de amar y fuerzas para luchar.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Desde las nubes

Llevo bastante tiempo buscando mi brújula para reencontrar un camino olvidado. Para recuperar bromas, sorpresas, conversaciones e impulsos.
En el fondo, para reencontrar la parte de mí que más me gusta, la más divertida, alocada y espontánea, que es en realidad la más fuerte, decidida y resolutiva. La más auténtica y la única que tiene el mapa para seguir mi viaje.
Películas, canciones, libros, paseos por el campo, fotos al cielo, algún plan y un reencuentro me acercan alguna vez, me hacen creer que aún es posible encontrar esa llave y seguir adelante.
Y a veces coinciden en el tiempo algunas señales que me dan ánimos y despiertan mi optimismo.
Amigos que vienen de las nubes, ojos tristes, ternura, sol, lluvia, calor, sonrisas, sinceridad, lágrimas enjugadas y refugios... quién sabe lo que la vida quiere traernos....
(Otro día, si queréis, os traduzco la letra, hoy el francés, como siempre, me llega más. La voz de Françoise Hardy y la letra de Jean-Max Rivière, me han dejado "blandita" pero sonriente)


miércoles, 6 de agosto de 2008

Secretos regados con champagne

Hoy voy a dedicar un post, que es algo que no suelo hacer, pero algunos de mis duendes se lo merecen.
Nacho es uno de los que me escuchan con paciencia, me hacen reír, me hablan en confianza, me muestran sus dudas, miedos e ilusiones, me cuentan sus proyectos, sus esfuerzos y algunos secretos.
De los que ponen su hombro para recoger mis lágrimas, leen mis palabras, están atentos a mis locuras, me recomiendan libros y películas, muestran caminos con toda la precaución de la que es un maestro y, también, me animan a escribir y a perseguir mis sueños.
No tengo fotos de fuegos artificiales, que es lo que me gustaría poner en este momento, pero bien vale ésta, de árboles iluminados, secretos escondidos tras sus copas, y sueños de verano.
Porque me alegro tanto de oírte así, de verte así, de saberte feliz. Porque te lo mereces... lo celebraremos con cerveza, Tattinger, visitas pendientes a exposiciones, libros, películas, conciertos, horas de teléfono, caminatas de 5 minutos o más (venga, que tú puedes), comidas en una terraza en La Latina, paseos con brújula y todo lo que nos guste.
Mil besos Nachito (pd. empiezo a estudiar para el examen)

La Naturaleza habla

"Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha"
Víctor Hugo


Y no voy a dar una charla sobre el agujero de la capa de ozono, la inconsciencia de no cuidar nuestra casa natural, el reciclaje, los incendios.... Si ya sabéis lo que opino.
Además, la naturaleza, nos recuerda lo importante que es el paso del tiempo: cómo se necesita tiempo para modificar el curso de los ríos o la forma de las montañas.
Y que por duro y rígido que nos parezca algo, no hay nada que ese mismo tiempo no pueda curvar, modelar, modificar, redibujar... La piedra más dura es un cúmulo de capas que el paso de los siglos es capaz de retorcer, trabajándola como barro maleable hasta transformar su aspecto por dentro y por fuera.

Sólo hay que pararse a escuchar lo que nos dicen, la Naturaleza y los demás, y tomarse el tiempo que haga falta para dejarlo entrar y que haga su trabajo en cada una de las múltiples capas.

Y, sí, la foto es un corte en la roca que me he encontrado en uno de mis últimos paseos por el campo, tratando de ver y escuchar... El tiempo ha hecho su trabajo, ha cambiado, borrado y alisado, pero no ha logrado borrar la memoria.

(Capas de piedra y pizarra en la base que sujeta las ruinas de un castillo templario, pero ésa es otra historia de mis historias)

viernes, 25 de julio de 2008

Abalear, o cómo salir del atasco

Silvia veía las filas interminables de coches: delante, detrás, a un lado, a otro… miles de hormigas de metal, a ratos paralizadas, a ratos avanzando a trompicones, pero muy despacio, sin oportunidad de cambiar el rumbo. Todas las mañanas igual, atascos infinitos para llegar al trabajo. Y cada tarde, la misma cantinela para volver. Parecía que su vida no era más que una sucesión de atascos, de tiempo perdido parada, avanzando a paso lento, utilizando el doble, el triple… diez veces más tiempo del realmente necesario para llegar.

Vivía en un atasco. En realidad, pensó, no sólo se trataba de las horas encerrada en el coche: toda su vida era un atasco. Una sucesión de obstáculos, de montones de tierra en el camino, de barullos de ilusiones, de torrentes de palabras en los que la fuerza de la corriente no permitía encontrar las adecuadas… siempre esforzándose por rodear, subir, bajar, buscar en medio de la maraña. Siempre varada, sin conseguir avanzar o, al menos, hacerlo a una velocidad normal.

Perdía horas interminables comparando, dudando, revolviendo, desenredándose. Pasaban los minutos, los días, las semanas, los meses… los años, y no conseguía acercarse más a su destino. Los trabajos iban desfilando, complicados, diferentes, aburridos, estresantes, pero sin acabar de llenar, sin permitirle desarrollar todo su potencial, sin disfrutar.

Las relaciones –familia, amigos, parejas- tropezaban unos con otros, se empujaban, gritaban, apartaban, escondían, desaparecían, imponían…

Sus pensamientos y el calor del asfalto que subía inexorable desde las llantas derretidas hasta las manos crispadas sobre un volante inútil, hasta la cara de mirada perdida en un lejano horizonte lleno de multicolores insectos metálicos, acabaron produciendo en Silvia un deseo de huir en busca de aire fresco. Total, bien podía descansar media hora en el arcén, junto a esas plantas y ese oasis de césped, su coche y los demás seguirían en el mismo sitio.

Junto al camino empezó a jugar con la tierra y las ramas. Hacía montoncitos, los aplastaba, trazaba dibujos caprichosos con los dedos, sorteaba los obstáculos que iba hallando (trocitos de piedra, hierbas). El montoncito acabó convirtiéndose en un pequeño montículo que Silvia removía ajena a los cláxones, las emanaciones de los tubos de escape y gritos de los conductores. Seguía “trabajando” la tierra como si fuese la masa de un pastel (uno de sus pasiones ocultas, la de amasar, para relajarse), mientras seguía apartando todo lo que le molestaba. En un momento, sin pensarlo siquiera, agarró una de las ramas de esas resistentes plantas que flanqueaban la carretera y la utilizó para separando la arena fina de la gruesa, los “grumos” de su particular masa, hasta dejarla limpia, manejable, perfecta, como ella quería, en la que trazó nuevas rutas, ahora sí sin obstáculos, por las que pudieran pasar agua, hormigas o sueños.

Una sonrisa fue iluminando su cara y, casi al mismo tiempo, vio cómo los vehículos empezaban a despertar del letargo y a moverse. Corrió hacia el suyo y a los pocos minutos el viento movía su melena que corría por la carretera al fin despejada.

Y mientras se dirigía al final de su camino de hoy, Silvia pensaba que tenía que buscar la cribas y la escoba que le permitieran separar el trigo de la paja, apartar lo innecesario y quedarse con lo realmente importante en su vida.

Abalear: Separar del trigo, cebada, etc., después de aventados, y con escoba a propósito para ello, los granzones y la paja seca.

Abaleo: ...Escoba con la que se abalea. Nombre común a varias plantas duras y espinosas de que se hacen escobas para abalear.

Granzón: Cada uno de los pedazos gruesos de mineral que no pasan por la criba. Arena gruesa. (Pl.) nudos de la paja que quedan cuando se criba, y que suele dejar el ganado en el pesebre.

RAE

miércoles, 23 de julio de 2008

The River "of Joy" (Madrid, 17 julio 2008)

Cuando hice esa lista de cosas que nos reconcilian con la vida, esos instantes en los que somos plenamente felices, me refería a momentos como éste, cuando el sonido de una harmónica es capaz de transportarte a la estratosfera. Eso es puro gozo.

The River y 27 joyas más para guardar en la memoria.

3 horas de felicidad plena (más la expectación de antes, más los cientos minutos paladeando el recuerdo de después) gracias a uno de mis monstruos favoritos.

Cada cita es única, mágica y prácticamente perfecta.

Impaciente por que llegue la próxima.

Pletórica por haber podido estar en una más.

miércoles, 16 de julio de 2008

...Y la distancia es perspectiva

Y buscando luz o nuevas oportunidades, he ido a tentar a la suerte a una ciudad al otro lado del mapa, entre el mar y la montaña, de calles ordenadas y tranquilas, de largas playas de arena y arquitectura para soñar, políglota y ¿cosmopolita?, de libros y semejanzas francesas... una ciudad que debería ser como a mí me gustan las ciudades.
Curioso pero, por una vez, me di cuenta que, en comparación, también Madrid tiene cosas buenas y otras esconden defectos, que no todo es estresante, sofocante y sofocador aquí, que a cierta distancia se ven mejor las virtudes . Por una vez no volví enfadada.
Aunque también volví a sentir que me iría de nuevo, si hiciera falta al fin del mundo, en busca de un sueño.
Y de paso disfrutar de lo bella que es la perspectiva desde la distancia.

Sobrevivir es cuestión de perspectiva

Hay veces que una se siente pequeña, muy pequeñita, una micronésima parte de una molécula frente al Universo. Miras a tu alrededor y todo tiene dimensiones extraordinarias.
Avanzas con precaución esquivando a los gigantes que pasan a tu lado sin verte, con paso rápido, ajenos a tu existencia, y a punto de aplastarte con cada pisada. Aunque intentes hablarles no te oyen, el sonido de tu pequeñas cuerdas vocales no llega tan alto, o puede que estén en una longitud de onda que sus oídos no puedan captar.

Te asomas a puertas que por mucho que empujes no puedes mover ni un milímetro. Toneladas de madera, hormigon, acero, cristal que tus débiles músculos son incapaces de empujar.

Levantas la vista hacia escaleras de peldaños que son cimas inaccesibles, como los "ochomiles", imposibles de escalar -menos aún para una minúscula criatura que apenas levanta una pulgada del suelo y mucho menos es alpinista-.

Oteas un horizonte de calles kilométricas, que se prolongan hasta el infinito, sin que se adivine la meta y cuyo recorrido puede llevarte una vida. Te quedan millones y millones de tus pequeños pasos por dar, bajo un sol abrasador que en cualquier momento puede transformarte en una pequeña gota invisible para el ojo humano.

Te encoges temerosa bajo la sombra de esos colosos con nombre de paredes pero forma de barrera infranqueable que amenazan con desplomar sobre tí sus miles de toneladas.

Pero aún así, tienes que seguir caminando sobre el asfalto recalentado, esforzándote por dar pasos más largos; aprendiendo a escalar y a buscar cualquier resquicio en la roca para apoyar tus pies; forzando los músculos para intentar abrir puertas -aunque sólo sea un milímetro, total, con tu tamaño cabes por cualquier hueco pequeño-; entrenándote para esquivar las pisadas que puedan aplastarte; aprendiendo a buscar cobijo y descanso en los defectos de la calle; y alzando la vista sin miedo frente a los muros: si estiras bien el cuello, pero bien, bien... podrás ver las hojas de los árboles, no sólo los troncos, y las nubes, el azul del cielo y las estrellas.

"La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir."
Gabriel García Márquez

martes, 15 de abril de 2008

Felicidad pura

Varios medios han publicado estos días que el cerebro humano no está "diseñado" para ser feliz. ¡Qué descubrimiento! ¿Eso quiere decir que no es que yo no sea capaz de lograrlo? ¿Que no tengo que preocuparme más?... Interesante... Sin embargo, hoy he tenido ganas y motivos para escribir de nuevo después de mucho tiempo.
Mi amigo Nacho me ha enviado un e-mail con un enlace a uno de esos juegos tontos que pueden convertirse en adictivos (lo siento, éste no me ha gustado) y me ha hecho recordar otro juego bobo que nos provocó hace mil años un ataque de risa impresionante (lagrimones incontenibles, carcajadas insilenciables... era mirarnos los tres y volver a estallar), un momento de felicidad plena e incomprensible.
Y, como un hilo, he ido recordando otros instantes así, de pura felicidad en situaciones que pueden parecer banales pero que, por un cúmulo de circunstancias (la compañía, el lugar, los sonidos, los olores, la luz....) se unieron para convertirse en pequeños diamantes, perfectos, congelados en el tiempo, inolvidables.
Recuerdo una sobremesa en una terraza bañada por el tibio sol de Semana Santa; una vuelta a casa en coche, por la noche, cantando y riendo como si hubiésemos descubierto el mundo en una isla tranquila; un paseo en tranvía con la adrenalina bombeando mis venas mientras borraba el pasado; una puesta de sol inesperada frente al océano; un descanso imprevisto en una "playa" urbana escondida; un paseo tranquilo en una tarde fría; una tumbona desde la que lo único que hay que hacer es dejar pasar el tiempo y observar esa cubierta de nubes, ramas y estrellas; un alto en el camino en un parque dominical; una conversación inesperada; unos fuegos artificiales; una lluvia sin paraguas... Con un único nexo común: por un tiempo fui tan feliz que me dejé llevar para disfrutar sin complejos, sin miedos, concentrada únicamente en la plenitud del instante.
Y resulta que todos atesoramos pequeños momentos de felicidad, extrema, limpia, auténtica... instantes mágicos que vamos acumulando porque, tal vez, la felicidad no sea un estado permanente, sino una sucesión de pequeños estallidos inesperados que van llenando y enriqueciendo nuestra vida.
Puede que para eso es para lo que no estamos preparados, para ver que no hay que buscar la felicidad absoluta (que probablemente no sólo no exista, sino que sería aburrida y, por tanto, imperfecta) que lo hay que hacer es disfrutar, recordar y valorar esos pequeños momentos.

jueves, 28 de febrero de 2008

Ojos cerrados y corazón abierto

Morir "con los ojos cerrados y el corazón abierto", parece tan fácil, tan lógico, tan... pero en el fondo nos resulta complicado. Nos perdemos en miles de caminos llenos de obstáculos, desperdiciamos el tiempo con naderías, dándole vueltas a las cosas, pensando en qué hacer en vez de actuar, soñando en vez de vivir, lamentándonos en vez de avanzar.
¡Qué difícil resulta contestar a dos simples preguntas, a saber si has sido feliz y has hecho felices a otros; y no vemos que si aún no podemos dar una respuesta afirmativa, aún nos queda tiempo -¿qué importa un día o 30 años?- para conseguirlo.
Pero la realidad es que falta optimismo, determinación, ésa a la que se refiere lo de: "El optimista siempre tiene un proyecto. El pesimista siempre tiene una excusa". Y nos inventamos mil excusas para no seguir por la senda más fácil, más lógica. Nos perdemos por los vericuetos del miedo, los temores, las "obligaciones", las opiniones...
Y es curioso, pero me llega esto cuando estoy recuperando fuerzas, pensando en que yo también tenía una pseudo lista del cubo, de cosas a hacer, en las que ya he hecho (un concierto del Boss y alguna más) en las que me quedan (viajar a Canadá y al Polo, bañarme con delfines...) en las que quiero ponerme a corto plazo (aprender a nadar y bucear) y en las que ya difícilmente podrán ser, el tiempo no perdona y algunas prioridades y circunstancias, además de mis decisiones y dudas, hacen que igual sea ya demasiado tarde. He de reconocer que soy de las que tropiezo con excusas para aún demasiadas cosas y estoy lejos todavía -pero en camino- de poder morir con el corazón abierto... aunque lo de los ojos cerrados, no sé, quisiera manterlos abiertos para seguir viendo montañas, nieve, cielo, estrellas y, sobre todo, mis queridos árboles.

lunes, 25 de febrero de 2008

Vueloooooooooooooooo

He llorado, pero de nervios y alegría, incapaz de mostrar mi felicidad a través de carcajadas. Pero ahí estaba.

Gracias y mil besos a los que han compartido hoy mi alegría, ¡qué mejor que compartir estas noticias con vosotros! Y gracias, en general, a los que os preocupáis por mí, incluso a pesar de mis neuras.

Desplegar las alas y volar

Esta noche no soy capaz de dormir (llevo varios días en los que me cuesta conciliar el sueño) y busco mil formas de dejar desgranarse las horas sin ponerme nerviosa. Leo, veo películas y me paseo por la red.
Estoy inquieta, a pesar de que últimamente tengo la sensación de recuperar mi auténtico yo, algunas de las cosas de mí que me gustan y que habían estado escondidas los últimos años, los últimos meses. Estoy poniéndome en paz conmigo misma y con el mundo. Centrándome en disfrutar lo que me gusta, lo que me enriquece, tanto en cuanto a personas como a actividades. Parece que estoy más acertada a la hora de colocar las piezas del puzle, y convencida de que voy por buen camino para terminarlo. Y contenta por esos duendes que me acompañan y me ayudan a volver a ser feliz.
Pero sigo algo nerviosa y, paseando por mis blogs de cabecera, me he encontrado con que "Belén in Red" ha acertado con las palabras que definen mi estado de ánimo. Una vez más, he descubierto que mis sensaciones no son únicas y que hay quiénes saben pintarlas de forma magistral.
En unas pocas frases ha sabido resumir todas lo que da vueltas por mi cabeza. Estoy a punto de que me digan si he ganado un año más (y van 4) o si tengo que volver a empezar a luchar con tanta m.... Y por eso llevo dos o tres semanas tan intranquila pero intentando disfrutar de otras cosas: entrevistas interesantes, un museo, un paseo bajo la lluvia, comer con las personas más especiales de mi entorno, una película, un día fantástico en la sierra con uno de esos amigos, de los que saben estar, aguantar y hacer reír, una tarde de fútbol (malo, pero...), risas, algunas lágrimas y hasta, también, sueños de futuro, ilusiones, proyectos y ganas de volver a comerme el mundo.
Eso combinado con nervios, desazón, miedo y recuerdos. Una mezcla explosiva pero sé que estoy ganándole la partida a la miseria, orgullosa de lo que he hecho y he disfrutado, agradecida por esas cuatro prórrogas que me han regalado. Tiempo para recuperar una amiga muy especial, para disfrutar algunos viajes fabulosos, para alcanzar alguna meta (mi casa, por ejemplo), para compartir con lo mejor de mi familia (mi madre, mi hermano, mi tío), para conocer algunos amigos maravillosos (no hace falta que ponga su nombre, saben quiénes son y de paso que no me regañen por escribir poco), para jugar con mis niños (Juan, Diego, Jorge...), para aprender a decir que no, a pedir perdón, a pensar en primera persona, a mimarme (de vez en cuando), para recordar cómo confiar, cómo mirar hacia adelante.. aprender, sobre todo aprender.
Sé que queda mucho por andar, que debo quererme más, querer más, mostrarme más, conocer más, escribir más, reír más... en la siguiente prórroga y, si no todo es color de rosa, que si ya lo he hecho una vez, puedo pelearme y volver a salir otra más.
La mariposa quiere desplegar de nuevo las alas y volar con sus duendes.
Estoy bien, pero nerviosa
Me encuentro viva, pero enferma
Soy valiente, pero me tiemblan las piernas
Voy con paso decidido, pero dudo
Tengo miedo, pero estoy tranquila
Estoy preparada, pero indecisa
Me siento bella, pero con ojeras
Tengo la fortaleza, pero mis muros se tambalean
Belén in Red

martes, 5 de febrero de 2008

Cada pieza en su sitio

Una vez más he podido comprobar que en algunos lugares, en determinados momentos, se puede lograr colocar cada pieza en su sitio de este rompecabezas que es la vida. Trocito de cristal a trocito de cristal van ocupando su lugar y todo parece perfecto.
Suena de fondo un saxo y su llanto es, en realidad, un regalo de bienvenida. Cerrar los ojos y dejarse calentar por el bienestar de haber vuelto a casa. Caminar kilómetros con ligereza, recuperando olores, sonidos, sabores... Descubrir otros nuevos que también se convierten en esos cristalitos que van hacia su hueco en la pirámide que se eleva, perfecta, hasta el cielo que refleja el río y el alma de mi pueblo.
Brillan mis ojos -eso me dicen- al repasar cada piedra con la vista, al pisar los senderos de mi infancia, al sentarse frente al lago mientras me dejo acariciar por los pálidos rayos de sol invernal. Destellan mientras descubro lo nuevo y lo viejo en cada esquina, en cada calle, en cada plaza, en cada escaparate, en cada mostrador, en cada vaso, en cada plato.
Sonrío sin darme cuenta mientras paseo mis avenidas, bajo mis castaños, o sigo el borde del viejo río que atesora sonidos, llantos y risas de dos milenios, incluidos los míos. Me muevo, encantada, bajo la mirada benevolente de mi Stirga que cuida desde lo alto de mi casa, para que pueda volver a ser feliz por unos días... eso sí, la próxima vez más pronto. Dos años son mucho tiempo sin volver a casa.

miércoles, 23 de enero de 2008

Tic Tac de ilusiones

Tengo dos nuditos en el alma que, poco a poco, empiezan a desliarse. Ilusiones que se asoman tras la ventana, que muestran su contorno hasta ahora oculto por la escarcha que comienza a derretirse.
Mi corazón ha cambiado el ritmo de sus latidos, tic-tac, tic-tac, suena ahora, porque el tiempo pasa y eso sólo supone dar pasos hacia esas ilusiones.
Coger un avión, subir una montaña, echar una carrera, dar un salto... minucias que estoy dispuesta a acometer.
Tic-tac, tic-tac, a veces el tiempo acaba por pasar y el momento por llegar. Bastaba con mantener la ilusión, con no rendirse y, también, con dejar de lado angustias, nervios y otras preocupaciones. Con centrarse en tres o cuatro cosas importantes y no desesperarse por lo que aún no ha llegado. A veces, si lo deseas lo suficiente, si no te aceleras por intentar asirlo antes de su hora, si no te hundes porque no lo alcanzas, si eres paciente... acabas lográndolo.
Dos nuditos en el alma pendientes de deshacerse. Cerca y lejos los dos, en el tiempo o en el espacio, en el espacio y en el tiempo. Tic-tac, que se acercan al ritmo de la aguja. Uno ya mismo... otro... sigo esperando que sea su momento, pero hoy creo que llegará, antes o después, tic-tac, tic-tac, si dejo avanzar el tiempo a su paso.