lunes, 23 de julio de 2007

17 años

Han pasado 17 años, y parece que fue ayer. Todavía me pasa que cojo el periódico y quiero salir corriendo para comentar alguna noticia de las que nos interesaban a los dos. Todavía siento la angustia y la impotencia de no poder hacer nada, la ilusión de que era todo un mal sueño del que me iba a despertar en cualquier momento.

Y han pasado 17 años. Y se ha perdido tantas cosas. Malos ratos, buenos ratos... A Mamá poniéndose la coraza y sacando todo adelante. A JM haciéndose hombre. A todo desmoronándose. A los tres intentando recoger los cachitos para recomponer algo....

Y yo no he cumplido la mayor parte de mis sueños, ni de los suyos. Pero sí he hecho algunas cosas. Sigo estudiando, porque no sé hacer otra cosa que intentar aprender algo más. Pero continúo sin lograr ser la primera de la clase. Lo siento. Y trabajando, porque aprendí hace 17 años que era un refugio. Pero no es el gran trabajo con el que soñaba. Y he viajado, sí, pero no de guerra en guerra. ¡Si no he podido con mis pequeñas guerras de todos los días!.

Y he enfadado a mucha gente, porque sigo teniendo ese carácter que me decía que me iba dejar sola. Aunque creo que algunas personas sí me han querido. Y he intentado mantener un ambiente de familia... pero al final me he rendido, sin los dos pilares principales... ha sido imposible.

Y sobrevivido a la misma mierda que debo llevar en los genes, pero ha sido duro. Y se me está olvidando reír y cantar. Y casi no recuerdo cómo dar besos y abrazos. Y he conseguido tener mi casa. Pero me falta a quién enseñársela. Y sigo llorando a menudo, y sin saber cómo retener las lágrimas.

Y, sobre todo, me sigue faltando tanto. Sigo echándole de menos todos los días. Y sé que no estaría precisamente encantado conmigo. Pero tampoco excesivamente defraudado. Eso espero. Y sigo pidiéndole ayuda, y consejo y apoyo y... tanto... daría tanto porque siguiera aquí. Sigue pareciéndome tan injusto, sigo tan enfadada, tan confundida porque las cosas no deberían ser así.

domingo, 22 de julio de 2007

Tiempos de cambio, tiempos de calma

Va a ser verdad que estoy cambiando, o que llevo tiempo haciéndolo y no me había dado cuenta. Pero, ¿quién me iba a decir a mí hace siglos -a la urbanita recalcitrante- que me iba a morir por huir de la ciudad?. ¿Que cada día iba a pensar más que igual tengo que acabar viviendo en un sitio más tranquilo?.

Que cambio encantada un paseo por el centro por una caminata por el bosque. Que cada fin de semana busco un rato -cada vez más- de calma en plena naturaleza. Que me acuesto temprano para al día siguiente levantarme pronto y subir cuando antes. Es verdad que siempre he propuesto planes para huir de Madrid, unas horas, unos días. Es cierto que Madrid y yo, en cierta medida, somos incompatibles. Que, como dice mi hermano, me provoca una reacción psíquica y física de rechazo. Puede que Madrid no esté hecha para mí, o yo para Madrid... es algo que llevo largo tiempo explorando, pero por ahora es lo que hay. Y, al menos, vivo rodeada de árboles, y el ruido del viento en sus ramas es un pequeño placer.

Los cambios sobre otros planteamientos importantes de la vida, la familia, etc. los dejaremos para otro día. Asustan demasiado, porque generan dicotomías difíciles de superar y, sobre todo, porque igual merece la pena seguir con una bandera que, si bien ya no es la tuya, es la única que se puede cumplir. Algunos sueños es mejor taparlos. ¿Para qué anhelar algo inalcanzable?. Hay que ser realista, 38 años no son nada para muchas cosas, pero un mundo para otras.

Y, como a veces las palabras tienen vida propia, lo que iba a ser el recuerdo de un magnífico día en la sierra se ha convertido en un repaso por mis cambios.

En todo caso, gracias Txus por sumarte a mis paseos en la sierra, por compartir mis -como tú dices- espacios virtuales y reales- y por esa fantástica idea de terminar el día en una juguetería. Nos merecemos muchos premios y pocas veces nos los hemos permitido. Igual ahí está el secreto, en ser un poquito más condescendientes con nosotras. A pesar de lo que te digan o te hagan sentir, sigues siendo una persona muy especial, deja salir tus toques de locura y de genialidad.

lunes, 16 de julio de 2007

Zapatos rojos

Esta tarde me he convertido en Dorothy. De la mano (¿del pie?) de unos zapatos rojos, por un largo rato me he transformado. En realidad todo empezó a gestarse el viernes. Después de meses sin preocuparme de ropa, calzado o mi aspecto en general (total ¿p'a qué?), unos zapatos rojos llamaron mi atención... ¿Y si me doy un capricho? Y lo hice. Zapatos rojos, de charol y ¡¡¡pulsera!!! (algunas cosas me seguirán encantando toda la vida, aunque no pueda alcanzarlas).

Durante todo el fin de semana, me estuvieron haciendo guiños desde la caja y esta mañana, su influencia afectó también a la ropa ¿y si me pongo piratas, y una camiseta "inapropiada" para el trabajo debajo de la chaqueta?. Un poco más de embrujo zapatero y me he escapado de la oficina casi una hora antes, me he quitado la chaqueta, ajustado la coleta... y lanzado a la calle, Atocha abajo, pisando fuerte. Tirantes finos, escote profundo (sí, Fer, yo con escote, ¡vivir para ver!) y pasos resueltos, audaces, casi presumidos. (¿Será que empieza a notarse el influjo de P?).

El movimiento rítmico de la coleta marcaba el tempo de unas pisadas decididas, cabeza erguida, espalda recta y... tac, tac, tac, pisadas rotundas, que aplastan sin piedad todo lo que me sobra, las imágenes de los que me molestan.

Tac, tac, a CP, su autoritarismo, su injusticia, su querer cargarme con lo que debería hacer él. A la de al lado, falsa y arrogante. Tac. Tac. A la de arriba, mentirosa que no sabe si acumular poder o deshacerse de responsabilidades. A la de su lado, por desleal y no callar lo que la confianza le contó. Tac. Tac. Al de enfrente, para que no traicione a su compañero. Al de arriba, por no ser capaz de tomar las riendas. Tac. Tac. Tac. Al que me echa de menos, no sabe estar sin mí pero tampoco hacer nada para evitarlo. Al que huye a Grecia pero no se atreve a decirlo hasta el último momento. Al que disfruta de Turquía y empezó el año sin mí en Nueva York. Tac. Tac. A E. que casi me hace volver a perder la confianza... Al que le daba igual si yo salía adelante o no. A los que olvidaron...

Y a cada paso, cada pisotón, me sentía más ligera, más tranquila, más segura, más dispuesta a volver a comerme el mundo. Giro de cuello, mirada de soslayo a un escaparate y mi imagen distorsionada me sonríe con picardía: hoy puedes con todo, parece decirme.

Tac. Tac. Tac. Los zapatos rojos me llevan desafiantes. Momento efímero de placer, de sentirme a gusto. Tac. Tac. Tac. ¿Esa soy yo?. Perdida en mis pensamientos, ajena al bullicio de Madrid. Hoy el ruido infernal del tráfico no se acerca a mi oído. La contaminación sobrevuela alta, muy alta, no llega a mis pulmones. Nadie se atreve a empujarme, ni a pisarme. Los conductores respetan los pasos de cebra en cuanto me asomo, el tren llega puntual nada más asomar mi tobillo, rodeado de una pulsera de charol rojo, al andén. Los viajeros se apartan y me dejan un asiento junto a la ventana. El móvil no suena. Todo lo malo se borra.

LLego a casa, mil horas antes que de costumbre. Me quito los zapatos y el espejo me devuelve a la realidad, pero... ¿alguien podrá robarme el recuerdo, la ilusión, de un paseo liberador, unos momentos de paz?.

viernes, 13 de julio de 2007

Búsquedas

"La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón"
George Sand

jueves, 12 de julio de 2007

A.R.

Para hablar de tí, hablar contigo... no sé por dónde empezar. Me has dado tanto. Me sigues dando tanto desde la distancia. Estás tan lejos y tan cerca. Te conozco tanto y tan poco a la vez.

Por tí he llegado aquí, con todo lo bueno y lo malo, pero aquí estoy. Me has dado sobre todo fuerza, toda tu fuerza. Coraje para luchar contra todo lo que hiciera falta. Escudos para protegerme. Rabia para defenderme. Ternura para cuidar a los míos. Amor para compartir. Memoria para honrar. Indulgencia para perdonar (aunque aquí me falta mucho camino por andar). Justicia para respetar.

Y ahora que te redescubro, me has dado esperanza. Siento tu apoyo, tu fuerza, tu aliento guiándome. Mi pequeño duende verde y menudo. Me arrepiento de haber querido renunciar a algunas de las cosas que me has dado. Voy entendiendo los esfuerzos por darme fe, por hacerme ver que aún hay mucho que merece la pena, mucho que luchar, que ganar.

Me acerco a tí y siento tu dolor y quisiera enjugar tus lágrimas, curar tus heridas, ahuyentar tus miedos, borrar tus penas. No quiero hurgar en tus secretos. Respeto tu historia, tus misterios, tu vida. Sólo quiero que sepas que te guardo en mi corazón. Que deseo que puedas sentir orgullo por esta tonta que necesita merecerte, aunque siga mi propia senda. Que continúo necesitando tu fuerza. Contigo a mi lado podré reconciliarme conmigo, con mi vida, y luchar cada día. Prometo no rendirme.

martes, 10 de julio de 2007

Sabiduría

"La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen."

William Faulkner

sábado, 7 de julio de 2007

Lejos de todo

Un camino ascendente, flanqueado por árboles cada vez más altos, me lleva a mi reducto de paz: un claro en el bosque, una casa de madera, un estanque y árboles, cientos de árboles, miles de árboles.
Me gusta quedarme en mi refugio, sola, con mis libros, el susurro del viento entre las ramas, el trino de los pájaros y el rumor del agua. Nada más. No necesito más. No quiero más.
Pasan los años y sigo feliz separada del mundo. Como única compañía, las ardillas, que se asoman curiosas. Su conversación me basta. Las únicas palabras que necesito están impresas.
La soledad es mi escudo, los árboles mis guardianes, la hierba mi lecho, la montaña mi hogar. Quiero seguir eternamente paseando este bosque, lejos de todo.