martes, 25 de diciembre de 2007

Serenidad

"Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena."

Ingmar Bergman
Es lo que merece la pena del paso del tiempo. Que el cansancio se compensa con la experiencia, para analizar, escoger, guardar lo que importa... Estos días me siento más cansada, más vieja... pero curiosamente más serena. Y, en algunas cosas, cada vez tengo más claro lo que quiero. Sólo me falta saber cómo hacer exactamente para conseguirlo, sobre todo cuando depende no sólo de mí.
Espero que la serenidad siga a mi lado en las empinadas cuestas que se avecinan para el nuevo año.

domingo, 16 de diciembre de 2007

La hora de cada uno

Tengo un amigo que insiste en que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Este fin de semana nos hemos enterado de que así ha sido con cierto "personaje caribeño" que nos amargó muchas horas y muchos días a unos cuantos.
Y, ahora sigo pensando que no compensa. Que los malos ratos que hemos pasado y que hemos hecho pasar a los que nos quieren cuando nos han visto mal, no merecen la pena. Su marcha no nos paga esos malos momentos. Ni los que todavía están pasando algunos, ni las dudas que asaltan de vez en cuando a otros...
Saber que teníamos razón no sirve para pagar todo lo malo que provocó.
Lo siento, a mí ya me da igual lo que le pase y, además, no me compensa.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Las locuras...

"Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad."

Helen Rowland

Me vuelve la eterna duda de si dejarme llevar por las ganas, por el corazón, de seguir mis impulsos... o de aplicar un poco de contención, de calma. De permitir que sea la razón quien tome las riendas.

¿Merece la pena arrepentirse de no haber hecho algo que nos moríamos por hacer?. ¿De no saber qué hubiera pasado si nos hubiésemos atrevido?. ¿Es mejor quedarse con la mitad antes que arriesgarse a perderlo todo?.
Permanecer en la orilla, disfrutando de las vistas, dejando que sólo nos mojen las olas que rompen a nuestros pies. O arriesgarse a perderse o ahogarse en mitad del océano?.
La vida es una duda continua, un sinfín de caminos que hay que ir escogiendo. Y mi eterna búsqueda de equilibrio me hace pensar, dudar y repensar tanto los pasos...

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Gracias por alegrarme el día

Llevo dos días trabajando doce horas, con mucha presión, muchísima... Me he tenido que levantar a las seis de la mañana (con lo que odio madrugar!!!) y mañana y pasado van a ser más o menos igual. He sentido algún momento de pánico, de presión... Es lo que tienen algunos retos, que te dejas la vida.
Pero, a pesar de que se me caen los párpados y me pesan los dedos mil toneladas... estoy flotando. La llamada de un amigo que ha querido compartir conmigo una buena noticia me ha provocado un subidón, me ha recordado que algunas personas tienen que conseguir lo que se merecen, que las cosas pueden ir mejorando y que no hay nada mejor que tener a gente por la que preocuparte, con la que alegrarte y en la que confiar (y viceversa).
En estos momentos sólo puedo decir, yihaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!.
Aunque no vayas a ver esto, ni pueda decírtelo más de viva voz para no agobiarte, tengo que gritarlo:
Gracias por alegrarme el día.

martes, 20 de noviembre de 2007

Huellas

Hoy me han preguntado qué espero de la vida, para qué creo que estoy aquí. Ufffff, llevo tantos años dándole vueltas a lo mismo...
Espero no limitarme a dejar pasar el tiempo. Disfrutar con lo que hago pero también dejar alguna huella, alguna semilla. pero ¿cuál?. No sé si me bastará con un trabajo bien hecho.
En el fondo, creo que lo que quiero es dejar un recuerdo. Sí, aunque parezca estúpido, porque de las huellas que uno deja no puede disfrutar. Pero... soy así de...
El recuerdo de un párrafo grato para un lector (de un artículo, de un cuento o, puestos a soñar a lo grande, de un libro). Que unos ojos vuelvan a detenerse en mis palabras cuando el tiempo haya borrado mi nombre.
Pero, sobre todo, creo que lo que anhelo es dejar huella en los sentimientos, en las personas. Que pasen los meses y los años y que alguien sea capaz de esbozar una sonrisa al pensar en mí.
Hoy he pensado en la gente que recuerdo, en lo hermoso que es que cada día pueda haber alguien en alguna parte del mundo capaz de volver a oír su voz, de reír al recordar su risa, de rememorar momentos compartidos.
Pero también he pensado que no hay nada más triste que quedar en el olvido, que nadie piense más en uno. En la vacuidad que representa llegar al final y que ninguno vuelva pronunciar tu nombre, ni en voz alta ni en silencio.
Hoy he llorado por los que he olvidado. Y he recordado mi angustia de hace cuatro años, cuando lo que más me preocupaba era si alguien se acordaría de mí.
Sí, creo que lo que quiero es dejar huella, pero personal.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Tan poco, tan lejos...


Lo que conoces
es tan poco
lo que conoces
de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista de afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza.
Pero no sabes
nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco
de ti
lo que conozco
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco
es la tristeza
de tu casa vista de afuera
son los postigos
de tu tristeza
el llamador de tu tristeza.
Pero no llamas.
Pero no llamo.

Mario Benedetti

Aunque no es éste precisamente un momento de excesiva tristeza en mi vida... sí tengo cierto poso que se explica al reconocer toda la verdad de unos versos que tan bien nos muestran la distancia que nos separa de muchas personas. Cómo a pesar de miles de palabras, ni decimos, ni oímos, ni mostramos, ni vemos, todo lo que hay detrás del postigo. Y estamos tan lejos, y me conoces tan poco, y te conozco tan poco en el fondo y, lo que es peor... callamos y no nos atrevemos a asomarnos del todo para ver al que está en la otra orilla, tan cerca, tan lejos... Y eso deja un hueco en el alma.

lunes, 29 de octubre de 2007

Palabras perdidas

"Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde"

André Gide

¿Muchas?, muchísimas. He perdido la cuenta de las frases no pronunciadas, por no ser capaz, por no reaccionar, por no atreverme... y sobre todo por no encontrar las palabras adecuadas (también por eso tantas otras veces he dicho lo que no debía, lo que no sentía).
Es curioso que una persona que adore tanto las letras, que viva de jugar con el lenguaje, que dedique tanto tiempo a beber de los libros, sea en ocasiones tan incapaz de hallar y pronunciar los vocablos correctos.
Aunque sepa que las palabras son como perlas cultivadas, perfectas, que se combinan al engarzarse para formar el collar del pensamiento. A veces mis ojos se quedan ciegos y no encuentran la siguiente perla, o mis manos torpes las dejan caer...
Esa distancia que separa la razón del corazón, me congela a veces el sentido del habla, me deja muda, paralizada, desmemoriada o confundida. Balbuceo, confundo los vocablos que el alma me apunta, me callo, me equivoco... y sólo cuando pasan las horas o los días, vienen a mi mente, a mi garganta, las palabras perfectas. Repica el eco de esas palabras no usadas al caer en el suelo desierto de mi cabeza aturdida.
Y repaso mil y una vez lo que debería haber dicho, mi cabeza resuena con los vocablos no pronunciados, grito en silencio o, como mucho, cojo una pluma para trasladar al papel lo que mi boca no supo pronunciar.
Sólo que, muchas veces, es demasiado tarde y únicamente queda la opción de esforzarse por dominarse a una misma para la próxima vez ser capaz de decir lo que una tiene que decir cuando debe hacerlo.

lunes, 15 de octubre de 2007

Para mis duendes...

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda, después, como si nada.
Y uno se va de novio por la vida
desterrando la muerte solitaria
pues sabe que, a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.

Hamlet Lima Quitana
Berenice me ha prestado estos versos que definen mucho mejor que yo a mis duendes, a todos los que hacen mi vida un poco más feliz, un poco más plena, sólo por existir y haberse cruzado conmigo... A los que me hacen sonreír, a los que me dejan llorar, a los que tienen paciencia, a los que me hacen querer, a los que me dejan poder... en definitiva a los que se han asomado a mi vida y representan la luz detrás de las nubes... No siempre los veo, no siempre los escucho, pero sé que están, menos mal que están, qué suerte que estén!!!

lunes, 8 de octubre de 2007

Rompecabezas

Me gusta hacer rompecabezas. Me tranquiliza concentrarme en ir buscando cada una de las piezas, examinarlas con cuidado y buscar el hueco en el que encajan. A pesar de lo impaciente que pueda ser para otras cosas, puedo pasarme horas y horas buscando, moviendo, girando, probando...

Y a veces tengo la sensación de que la vida, o al menos mi vida, es también como un puzle, con miles de minúsculas piezas que están desperdigadas y que hay que hacer encajar en su lugar. Y, al igual que con al pasatiempo, cuando más complejo, de más piezas... mejor.

Lo que pasa es que, según voy completando el puzle, o al menos grandes partes, es como si un niño travieso se divirtiese en deshacerlo, en mezclar de nuevo todas las fichas, para obligarme a empezar de nuevo.

Y así paso el tiempo, recomponiendo la vida, pieza a pieza, empezando nuevos ciclos. Es duro reconstruir, asusta cada nuevo comienzo, da vértigo asomarse al abismo al que hay que lanzarse.

Pero, igual que cuando se empieza un nuevo juego, se recuerdan las claves que da la experiencia (buscar las esquinas, luego los bordes, agrupar en montoncitos las piezas iguales...), trato de hacerlo sin olvidar lo aprendido, con el corazón y la mente abiertos para absorber nuevas enseñanzas.

Y así estoy ahora empezando de nuevo a montar las piececitas de mi rompecabezas. Iré paso a paso, con calma, procurando terminar áreas pero sin dejar de ver el resto de piezas que quedan sueltas, hasta que un día logre rellenar todos los huecos, encajar todas las piezas y dejar ver la imagen escondida que hay debajo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El lugar en la historia

Mi padre me explicó una vez que hay tres clases de hombres: los que cuentan su historia, los que no la cuentan, y los que no la tienen.

Lo que no me dijo (y descubriría yo solita unos años más tarde) es que también hay tres clases de mujeres: las que actúan en esa historia, las que presencian la escena de lejos, y aquellas que escuchan a los hombres narrarles historias en las que siempre aparecen otras.

Tomo prestada una explicación que me permite entender tantas cosas. Y ahora, habrá que cambiar de lugar en la historia. Me encanta el cine, y el teatro, y los libros... disfruto viendo, escuchando, soñando... pero aún recuerdo cómo hace siglos vibraba al subir al escenario... Quiero volver a ser protagonista, de mi vida, de la vida.

lunes, 1 de octubre de 2007

Cuestión de piel

Hay cosas que se escapan a la lógica, reacciones que no siguen ningún patrón racional. Hay lugares, personas, situaciones... que nos producen un encantamiento especial, que nos generan vibraciones positivas, que nos hacen sentir cómodos, a gusto... Otros, en cambio, provocan el efecto contrario: sin ningún motivo aparente, sin elementos objetivos, provocan nuestro rechazo.
Yo lo llamo cuestión de piel... De igual modo que no podemos controlar el rubor, que determinadas situaciones nos ponen el vello de punta sin que podamos evitarlo, que los escalofríos son incontrolables... reaccionamos mal con ciertas cosas, incluso si no siempre nos damos cuenta, y aunque hagamos todos los esfuerzos posibles porque no sea así.
Una ciudad con historia, con zonas bellas, que atesora vivencias, que mira al futuro... puede hacerme sentir tan incómoda... Es como cuando vas de vacaciones a casa ajena, a un edificio espectacular... en el que por fabuloso que sea, por bien que quieran tratarte... no acabas de sentirte a gusto, siempre con la sensación de ser un invitado, de estar de paso... en definitiva, de no estar en casa.
Es cuestión de piel... una incompatibilidad de la que no acabas de ser consciente, pero que tiene mucho que ver con los nervios, con la impaciencia, con los estallidos de cólera, o de llanto... Espacios que convierten nuestros pies en pesadas losas que cuesta arrastrar, que nos roban la energía.
Sin embargo, existen otros lugares que -independientemente de que sean puro caos o calma infinita- son como un colchón de nubes de algodón... generan calma, paz, aligeran nuestros pasos y nuestros corazones, alimentan nuestras fuerzas... hasta límites insospechados porque ¿tiene algún sentido lógico que sólo con poner el pie en uno de esos lugares te cambie la cara, olvides los miedos, cambie tu cuerpo y hasta se alise tu piel?. Abres la puerta y entras, por fin, en tu hogar!!!
Como no siempre se puede vivir en esos refugios, como hasta es posible que su poder radique en la excepcionalidad de las visitas, yo procuro dar una vuelta alguna noche en sueños por sus calles o sus árboles, y cada cierto tiempo, sanador, pisar sus adoquines, su césped, su arena.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Valor, échale valor

Valor es hacer lo que te da miedo, por mucho que te asuste, porque es lo que debes hacer... ya sea bajar al fondo de una mina, decir las verdades al jefe, mandar a paseo al que te hace daño... no importa el vértigo, el temor a las represalias o perder el contacto. Lo importante es llegar al final, que te respeten, que no te hagan daño.
La vida está llena de precipicios, altos picos, conversaciones espinosas... no ver el peligro es de inconscientes, pero la auténtica valentía está en calcular los riesgos y... tirarse desde el acantilado (con paracaídas), subir a la cumbre (bien entrenada) o abordar esa charla llena de verdades difíciles (con el guión preparado).
Nadie dijo que el camino de los sueños sea fácil, que la senda del respeto resulte cómoda, que la carretera del día a día sea un paseo. Están llenos de baches y barreras, de trampas, de espinas, de curvas endiabladas, de cuestas imposibles, de caídas casi a plomo.
Con un poquito de entrenamiento, la mejor coraza que pueda uno forjarse y el valor para dar los pasos necesarios... se puede llegar al fin del mundo. Aunque sea etapa por etapa. Aunque sólo se trate de ganar un poco de tiempo y respeto antes de dar el salto. Que no te pisen, que no te frenen, que no te asusten...

sábado, 15 de septiembre de 2007

Namarie

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Límites

Creo que no sé poner límites a muchas cosas. Me apasiono demasiado... con la vida, con los libros, con la gente, con una película, con una ciudad, con el trabajo, para bien o para mal. Disfruto como una niña en un fiesta o me hundo en la miseria, no sé acotar la pasión, las reacciones -positivas o negativas-, carcajadas y sollozos, alegría exultante y pesadumbre apocalíptica, terror paralizante e insensata osadía, calma profunda y frenética actividad... forman parte de mi vida cotidiana.

No sé construir muros de contención a mis acciones y emociones, quiero de forma incontenible a los míos, sufro hasta el infinito cuando me hieren o me fallan, me es difícil disimular el desagrado con los necios, los inútiles, los soberbios y quiénes tratan mal a los que me rodean o a mí misma.

¿Cómo saber hasta dónde hay que dar?. Si siempre creí que la autenticidad está en demostrar. Si me sale de dentro preocuparme por la gente que me importa, que me parece interesante... enviar un mensaje, recordarles lo bueno que pienso de ellos, estar pendiente de cómo están, susurrar una letanía calmante, dejar un detalle en su puerta, ofrecer un abrazo, buscar el regalo apropiado, llamar para interesarme, renunciar a lo que haga falta cuando necesiten un oído, un hombro, un cómplice para una carcajada o simplemente un poco de compañía.
Ofrecer, dar, proponer, compartir, confiar, contar, escuchar, llevar, traer, escribir, dibujar... es mi forma de ser y estar con quiénes me aportan y, sí, puede agotar el esfuerzo, puede doler una ausencia de respuesta, o el peso de tener que ser quien esté siempre tirando, empujando o mostrándose... pero... ¿no es mejor extenuarse que marchitarse?. ¿A quién prefiero, al sillón gastado, rozado y deformado por el excesivo uso, o a la silla desvaída, ajada y pasada sin estrenar?

Qué complicado es saber cuándo cortar la preocupación, los detalles, los esfuerzos por los amigos, la familia, los compañeros. ¿Con qué instrumento medir y calcular hasta qué cota se puede dar, a partir de qué punto estamos molestando, presionando, interfiriendo o haciendo daño -a otros o a nosotros-?. ¿Qué brújula nos señala dónde se encuentra la frontera de lo que se puede ofrecer? ¿Con qué nivel hallar el equilibrio?. ¿En qué momento la dádiva se asemeja a la petición?.

Por no hablar de que también me resulta difícil recortar los textos y las palabras. Sin límites al escribir ni al hablar (una "coleta" que me soporta varias horas al día asentiría con frenesí y puede que me pase un día una factura de aspirinas, sin límite claro). ¿Seré una mujer de excesos, tal vez?

El caso es que tengo que aprender a ponerme límites, lo que no sé es cómo, ni siquiera acabo de entender del todo qué mal hay en ser y mostrarse sinceramente, tal y como se siente en cada momento, en cada situación. Y como aún no sé poner límites, pienso todavía que la contención es... tan insípida... y ¿un poco falsa?.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Ahí sigues tú

Limpia esos ojos de tristeza y dales la luz, la luz del futuro, de la vida y de la esperanza.

No te recojas, no te cobijes, sal alguna noche a la ventana y grítale al embrujo de la oscuridad que ahí estás tú; con tus penas y con tus triunfos, con tu mirada clavada en un tiempo que no existe y con esa tu sonrisa gris azul.

Ahí sigues tú y ahí seguirás, porque no queda nada más y porque no hay nada más.

La vida se disfraza de pasado, el amigo se para en el recuerdo y, en el fondo, en tu fondo, sólo te quedas tú.

Esbózate un nuevo sentir y disfruta del calor que llevas dentro.

Manuel M.

De nudos y atropellos

Hay días que un inmenso nudo me tiene atenazada, no soy capaz de escribir, no soy capaz de explicar... Otros, en cambio, las ideas se arremolinan, las palabras se atropellan, borbotones de sentimientos y pensamientos que quieren salir a flote. Tantos que es difícil ponerles orden, darles forma como quisiera.

Hay tantas cosas que quisiera contar, tantas sensaciones que explicar... miedos que reconocer, proyectos que compartir... y cuesta tanto. Ni en voz alta, ni por escrito, soy capaz últimamente de decir lo que quiero. Me atropello, me lío, mezclo, confundo, bailan las letras del teclado, las palabras se atascan...

Una y otra vez empiezo, ante una página en blanco, una pantalla vacía, un teléfono, una mensaje de correo... en ocasiones no hay forma: me quedo muda, o en blanco. Otras, me acelero, para poder sacar todo lo que quiero y... me lío, me lío y no avanzo.

Es tan difícil como hacerle una foto a la luna... claro que, si eso en algún caso lo he conseguido, seguro que también logro escribir y contar todo lo que quiero.

He estado leyendo viejos poemas, cuentos e historias que creé hace mil años y confío en volver a escribr a mi manera "particular", en volver a transmitir. En sacar de nuevo el calor.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Confiar

Confiar, según la RAE:

"Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa".

Pues eso, nada más y nada menos... así lo entiendo, así lo vivo. Muchas veces me he equivocado, algunas he decidido no volver a practicarlo, y una pocas me han demostrado que merecía la pena.

Lástima que se me de tan mal transmitirlo. Mi confianza es ciega, aunque mis embarulladas palabras muestren a quién menos se lo merece, en el momento más inoportuno, otra cosa.

Y en alguna ocasión, también, me han hecho el inmenso regalo de confiar en mí. Y mi cabecita loca, mis dudas, mis miedos y mis malas experiencias no siempre me han permitido disfrutarlo como se merecía ni, peor aún, reconocerlo.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Felicidad

"La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella"

jueves, 6 de septiembre de 2007

Promesas de jabón

Hay recuerdos que se diluyen en el agua del tiempo. Hay promesas y declaraciones de intenciones que se lanzan al aire como pompas de jabón -bonitas, brillantes pero inconsistentes y efímeras, muy efímeras-. "Te he echado menos", "Sé que he metido la pata, pero lo voy a arreglar", "Necesito oír tu voz, necesito verte", "Te llamo", "Esta semana nos vemos", "Quiero que todo vuelva a ser como antes"... burbujas de jabón que crecen, brillan, giran, flotan en el aire entre el que las lanza y el que quiere recibirlas y... plop, plop, plop, una a una van estallando sin llegar nunca a aterrizar en el mundo real.

La niña que llevo dentro se ha dejado enganchar miles de veces por esas hermosas pompas..., asombrada he visto cómo se forman, embobada he seguido su vuelo, sus lentos e hipnóticos movimientos, ilusionada he contemplado su brillo, el juego de colores al mezclarse con la luz y he creído que eran reales, ciega no he visto que el interior estaba vacío, que eran sólo hermosas formas para entretener al espectador, ayudarle a pasar el tiempo, permitirle disfrutar con unos momentos de ilusión.

Promesas tornasoladas que intentan grabarse en la retina de la memoria antes de estallar en minúsculas gotitas.

Es curioso, a algunas no presté atención cuando se lanzaron al aire, o no las recuerdo, muchas no las he visto explotar y no sé si han ido volando hasta el infinito o tienen algo que ver con esas pequeñas manchas de humedad que forman el estampado de mi vida, testigos de lo que una vez fue importante.

domingo, 2 de septiembre de 2007

No me importaría...

"No me importaría contar cada gota de lluvia si tu estuvieras conmigo debajo del paraguas"... la verdad es que ni uso paraguas ni estás cerca..., pero estas palabras de Paco Bello (no recuerdo a través de quién llegué ahí, sorry) me han hecho ponerme a reflexionar en todo -insensato o no- lo que estaríamos dispuestos a hacer por la gente que nos importa, desde contar las gotas del mar a cruzar el mundo, aprender a volar o renunciar a lo que hasta ese momento nos ha parecido básico y, lo mejor, es que no lo vivimos como un esfuerzo... "no me importaría morir así".

Es tan fácil regalar nuestros detalles, nuestro tiempo, nuestras locuras... a quiénes queremos (hoy no me pararé a analizar en qué medida también eso tiene su precio y puede ser malo tanto).

Esta noche prefiero pensar en todo lo que no me importaría...

Y, sobre todo, no me importaría... volverte a ver.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Mataría por cinco minutos más

Esta tarde, en Un mundo casi perfecto he oído una canción de Calamaro, "Cinco minutos más" que no puedo dejar de tararear... "... tengo tal insensatez, y me puedo equivocar, pero no me equivoqué contigo... tengo abierto el minibar y cerrado el corazón... ", pero, sobre todo: "si pudiera mataría por cinco minutos más".

No es sólo la melodía... es que no he dejado de pensar en todas aquellas cosas por las que merecería la pena matar para disfrutarlas cinco minutos más:


- De lectura
- De conversaciones con mi hermano
- De complicidad con un/a amigo/a
- De un paseo bajo la lluvia
- De buena música
- De risas con amigos
- De una siesta bajo un árbol
- De pasos en la playa
- De una sobremesa en buena compañía
- De mirar las estrellas
- De un abrazo de mis niños (Jorge, Juan...)
- De sueño una mañana de invierno
- De estar contigo
- De ver jugar a Zidane
- De hipnotizarse con las olas
- De jugar con la nieve
- De visita en el Quai D'Orsay
- De paladear chocolate
- De correr con la bici
- De degustar un buen vino
- De soñar
- De fuegos artificiales
.....
- De vida
....
Vaya, hay muchas cosas que merecen tanto la pena... se trata de recordarlas cuando el hastío nos ataca...

Ay, "si pudiera, mataría por cinco minutos más".

miércoles, 22 de agosto de 2007

Dejar pasar el tiempo entre las ramas

Descanso, he descansado de todo durante cuatro días. Sin Internet ni ordenador, sin televisión, sin teléfono fijo, con poquita cobertura de móvil, lejos de todo y de todos....

Cuatro días para pasear por el campo, para holgazanear sobre una hamaca, con un libro como único compañero. Madrugar para ver amanecer, extasiarse con la puesta de sol, marearse intentando contar miles de estrellas (ay, esos cielos que Madrid nos esconde!!) y, sobre todo, ver cómo pasa el tiempo, cómo se mueven las nubes, por entre las ramas de un ciruelo.

Dejar que se desgranen las horas sin pensar en nada más que en cómo cambian de forma las nubes de algodón, o en moverse un poquito para que la sombra de las ramas nos tape mejor, arrullada por el hipnótico canto de las cigarras.

Andar mirando al cielo, o buscando tesoros de fruta y plumas por el suelo, sin prisas, sin obligaciones. Dejar vagar la mente, perderse la mirada en el infinito...

Noches sin pesadillas, negras, brillantes y frescas, mecidas por la nana de los grillos y con la tranquilidad de que mañana volverá a ser otro día tranquilo y de descanso..

Otro día os contaré que me estoy volviendo tarumba, que cada vez hablo más con los árboles... que sigo enamorada de un manzano y un ciruelo a los que he echado mucho de menos durante dos años, y qué placer ha sido volver a esconderme bajo su abrigo.
.. Ahora voy a asomarme a la ventana, por si Madrid me deja ver alguna estrella.

lunes, 13 de agosto de 2007

Conocerme...

"Conócete. Acéptate. Supérate"
San Agustín de Hipona

A la primera le he dedicado muchas horas, y me han cundido. La tercera... en ello estoy, es mi esfuerzo diario. Pero la segunda... uf!!!, la segunda es muy difícil, es de esas metas que estás segura de no poder alcanzar. Casi un imposible... vamos, que es más fácil lograr que ... en fin, que...

viernes, 3 de agosto de 2007

Errores

"Cada vez que cometo un error me parece descubrir una verdad que no conocía"

Maurice Maeterlink

lunes, 23 de julio de 2007

17 años

Han pasado 17 años, y parece que fue ayer. Todavía me pasa que cojo el periódico y quiero salir corriendo para comentar alguna noticia de las que nos interesaban a los dos. Todavía siento la angustia y la impotencia de no poder hacer nada, la ilusión de que era todo un mal sueño del que me iba a despertar en cualquier momento.

Y han pasado 17 años. Y se ha perdido tantas cosas. Malos ratos, buenos ratos... A Mamá poniéndose la coraza y sacando todo adelante. A JM haciéndose hombre. A todo desmoronándose. A los tres intentando recoger los cachitos para recomponer algo....

Y yo no he cumplido la mayor parte de mis sueños, ni de los suyos. Pero sí he hecho algunas cosas. Sigo estudiando, porque no sé hacer otra cosa que intentar aprender algo más. Pero continúo sin lograr ser la primera de la clase. Lo siento. Y trabajando, porque aprendí hace 17 años que era un refugio. Pero no es el gran trabajo con el que soñaba. Y he viajado, sí, pero no de guerra en guerra. ¡Si no he podido con mis pequeñas guerras de todos los días!.

Y he enfadado a mucha gente, porque sigo teniendo ese carácter que me decía que me iba dejar sola. Aunque creo que algunas personas sí me han querido. Y he intentado mantener un ambiente de familia... pero al final me he rendido, sin los dos pilares principales... ha sido imposible.

Y sobrevivido a la misma mierda que debo llevar en los genes, pero ha sido duro. Y se me está olvidando reír y cantar. Y casi no recuerdo cómo dar besos y abrazos. Y he conseguido tener mi casa. Pero me falta a quién enseñársela. Y sigo llorando a menudo, y sin saber cómo retener las lágrimas.

Y, sobre todo, me sigue faltando tanto. Sigo echándole de menos todos los días. Y sé que no estaría precisamente encantado conmigo. Pero tampoco excesivamente defraudado. Eso espero. Y sigo pidiéndole ayuda, y consejo y apoyo y... tanto... daría tanto porque siguiera aquí. Sigue pareciéndome tan injusto, sigo tan enfadada, tan confundida porque las cosas no deberían ser así.

domingo, 22 de julio de 2007

Tiempos de cambio, tiempos de calma

Va a ser verdad que estoy cambiando, o que llevo tiempo haciéndolo y no me había dado cuenta. Pero, ¿quién me iba a decir a mí hace siglos -a la urbanita recalcitrante- que me iba a morir por huir de la ciudad?. ¿Que cada día iba a pensar más que igual tengo que acabar viviendo en un sitio más tranquilo?.

Que cambio encantada un paseo por el centro por una caminata por el bosque. Que cada fin de semana busco un rato -cada vez más- de calma en plena naturaleza. Que me acuesto temprano para al día siguiente levantarme pronto y subir cuando antes. Es verdad que siempre he propuesto planes para huir de Madrid, unas horas, unos días. Es cierto que Madrid y yo, en cierta medida, somos incompatibles. Que, como dice mi hermano, me provoca una reacción psíquica y física de rechazo. Puede que Madrid no esté hecha para mí, o yo para Madrid... es algo que llevo largo tiempo explorando, pero por ahora es lo que hay. Y, al menos, vivo rodeada de árboles, y el ruido del viento en sus ramas es un pequeño placer.

Los cambios sobre otros planteamientos importantes de la vida, la familia, etc. los dejaremos para otro día. Asustan demasiado, porque generan dicotomías difíciles de superar y, sobre todo, porque igual merece la pena seguir con una bandera que, si bien ya no es la tuya, es la única que se puede cumplir. Algunos sueños es mejor taparlos. ¿Para qué anhelar algo inalcanzable?. Hay que ser realista, 38 años no son nada para muchas cosas, pero un mundo para otras.

Y, como a veces las palabras tienen vida propia, lo que iba a ser el recuerdo de un magnífico día en la sierra se ha convertido en un repaso por mis cambios.

En todo caso, gracias Txus por sumarte a mis paseos en la sierra, por compartir mis -como tú dices- espacios virtuales y reales- y por esa fantástica idea de terminar el día en una juguetería. Nos merecemos muchos premios y pocas veces nos los hemos permitido. Igual ahí está el secreto, en ser un poquito más condescendientes con nosotras. A pesar de lo que te digan o te hagan sentir, sigues siendo una persona muy especial, deja salir tus toques de locura y de genialidad.

lunes, 16 de julio de 2007

Zapatos rojos

Esta tarde me he convertido en Dorothy. De la mano (¿del pie?) de unos zapatos rojos, por un largo rato me he transformado. En realidad todo empezó a gestarse el viernes. Después de meses sin preocuparme de ropa, calzado o mi aspecto en general (total ¿p'a qué?), unos zapatos rojos llamaron mi atención... ¿Y si me doy un capricho? Y lo hice. Zapatos rojos, de charol y ¡¡¡pulsera!!! (algunas cosas me seguirán encantando toda la vida, aunque no pueda alcanzarlas).

Durante todo el fin de semana, me estuvieron haciendo guiños desde la caja y esta mañana, su influencia afectó también a la ropa ¿y si me pongo piratas, y una camiseta "inapropiada" para el trabajo debajo de la chaqueta?. Un poco más de embrujo zapatero y me he escapado de la oficina casi una hora antes, me he quitado la chaqueta, ajustado la coleta... y lanzado a la calle, Atocha abajo, pisando fuerte. Tirantes finos, escote profundo (sí, Fer, yo con escote, ¡vivir para ver!) y pasos resueltos, audaces, casi presumidos. (¿Será que empieza a notarse el influjo de P?).

El movimiento rítmico de la coleta marcaba el tempo de unas pisadas decididas, cabeza erguida, espalda recta y... tac, tac, tac, pisadas rotundas, que aplastan sin piedad todo lo que me sobra, las imágenes de los que me molestan.

Tac, tac, a CP, su autoritarismo, su injusticia, su querer cargarme con lo que debería hacer él. A la de al lado, falsa y arrogante. Tac. Tac. A la de arriba, mentirosa que no sabe si acumular poder o deshacerse de responsabilidades. A la de su lado, por desleal y no callar lo que la confianza le contó. Tac. Tac. Al de enfrente, para que no traicione a su compañero. Al de arriba, por no ser capaz de tomar las riendas. Tac. Tac. Tac. Al que me echa de menos, no sabe estar sin mí pero tampoco hacer nada para evitarlo. Al que huye a Grecia pero no se atreve a decirlo hasta el último momento. Al que disfruta de Turquía y empezó el año sin mí en Nueva York. Tac. Tac. A E. que casi me hace volver a perder la confianza... Al que le daba igual si yo salía adelante o no. A los que olvidaron...

Y a cada paso, cada pisotón, me sentía más ligera, más tranquila, más segura, más dispuesta a volver a comerme el mundo. Giro de cuello, mirada de soslayo a un escaparate y mi imagen distorsionada me sonríe con picardía: hoy puedes con todo, parece decirme.

Tac. Tac. Tac. Los zapatos rojos me llevan desafiantes. Momento efímero de placer, de sentirme a gusto. Tac. Tac. Tac. ¿Esa soy yo?. Perdida en mis pensamientos, ajena al bullicio de Madrid. Hoy el ruido infernal del tráfico no se acerca a mi oído. La contaminación sobrevuela alta, muy alta, no llega a mis pulmones. Nadie se atreve a empujarme, ni a pisarme. Los conductores respetan los pasos de cebra en cuanto me asomo, el tren llega puntual nada más asomar mi tobillo, rodeado de una pulsera de charol rojo, al andén. Los viajeros se apartan y me dejan un asiento junto a la ventana. El móvil no suena. Todo lo malo se borra.

LLego a casa, mil horas antes que de costumbre. Me quito los zapatos y el espejo me devuelve a la realidad, pero... ¿alguien podrá robarme el recuerdo, la ilusión, de un paseo liberador, unos momentos de paz?.

viernes, 13 de julio de 2007

Búsquedas

"La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón"
George Sand

jueves, 12 de julio de 2007

A.R.

Para hablar de tí, hablar contigo... no sé por dónde empezar. Me has dado tanto. Me sigues dando tanto desde la distancia. Estás tan lejos y tan cerca. Te conozco tanto y tan poco a la vez.

Por tí he llegado aquí, con todo lo bueno y lo malo, pero aquí estoy. Me has dado sobre todo fuerza, toda tu fuerza. Coraje para luchar contra todo lo que hiciera falta. Escudos para protegerme. Rabia para defenderme. Ternura para cuidar a los míos. Amor para compartir. Memoria para honrar. Indulgencia para perdonar (aunque aquí me falta mucho camino por andar). Justicia para respetar.

Y ahora que te redescubro, me has dado esperanza. Siento tu apoyo, tu fuerza, tu aliento guiándome. Mi pequeño duende verde y menudo. Me arrepiento de haber querido renunciar a algunas de las cosas que me has dado. Voy entendiendo los esfuerzos por darme fe, por hacerme ver que aún hay mucho que merece la pena, mucho que luchar, que ganar.

Me acerco a tí y siento tu dolor y quisiera enjugar tus lágrimas, curar tus heridas, ahuyentar tus miedos, borrar tus penas. No quiero hurgar en tus secretos. Respeto tu historia, tus misterios, tu vida. Sólo quiero que sepas que te guardo en mi corazón. Que deseo que puedas sentir orgullo por esta tonta que necesita merecerte, aunque siga mi propia senda. Que continúo necesitando tu fuerza. Contigo a mi lado podré reconciliarme conmigo, con mi vida, y luchar cada día. Prometo no rendirme.

martes, 10 de julio de 2007

Sabiduría

"La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen."

William Faulkner

sábado, 7 de julio de 2007

Lejos de todo

Un camino ascendente, flanqueado por árboles cada vez más altos, me lleva a mi reducto de paz: un claro en el bosque, una casa de madera, un estanque y árboles, cientos de árboles, miles de árboles.
Me gusta quedarme en mi refugio, sola, con mis libros, el susurro del viento entre las ramas, el trino de los pájaros y el rumor del agua. Nada más. No necesito más. No quiero más.
Pasan los años y sigo feliz separada del mundo. Como única compañía, las ardillas, que se asoman curiosas. Su conversación me basta. Las únicas palabras que necesito están impresas.
La soledad es mi escudo, los árboles mis guardianes, la hierba mi lecho, la montaña mi hogar. Quiero seguir eternamente paseando este bosque, lejos de todo.

viernes, 29 de junio de 2007

Jorge

Algunas personas nos hacen felices por el mero hecho de haberse cruzado en nuestras caminos. A pesar de mis continuos lamentos, yo también tengo en mi vida a algunos seres que me ayudan a sobrevivir. Alguno se asomará por aquí de vez en cuando. Como Jorge.

Con su eterno buen humor, su sonrisa siempre lista, Jorge es el bálsamo que cada viernes me permite terminar la semana. Ansiosos, buscamos la luna, esperamos a que salga y, aunque yo me despiste, ahí está Jorge para mostrármela nada más asoma su brillo en el cielo de Madrid.

Jorge me recuerda que no podemos ser impacientes, ni avariciosos, que lo que realmente merece la pena se concentra en unas pocas cosas: en ser, en estar, en un abrazo, en una caricia, en un beso (aunque, travieso, me los niega, sabe que algunas tardes nada anhelo más que un ratito con él y un beso suyo), en unas cañas con los amigos, en una pausa, en una risa...

Jorge me demuestra que la perfección no es importante. Que más allá de las reglas del convencionalismo, de la razón, de lo que la sociedad considera "normal", lo que de verdad debemos buscar y querer es la pureza, cuánto nos enriquece una persona o una situación. Comprobar cada día el trabajo hecho, el camino recorrido... sin importar cuánto pueda faltar para llegar a la meta, ni siquiera si vamos a alcanzarla.

Viernes tarde, las 8... acelero el paso, tengo que llegar a tiempo, porque sé que falta poco para mi ración semanal de paz. Jorge, te cojo en mis brazos, acaricio tu cabeza, rozas mi mejilla, sonríes y.... la luz penetra en las tinieblas, el cansancio se matiza, la tristeza se diluye... todo cambia de color y dan comienzo unos momentos que no cambio por nada.

Por eso, porque Jorge es como es, tan especial, tan personal... se ha hecho un hueco en mi corazón, en mi vida...

Jorge, mi niño, mi debilidad.

Flechazos

Crees que estás viviendo una historia única, que sólo te pasa a ti... Crees que no te entienden y que no eres capaz de expresar con palabras lo que estás sientiendo... Y resulta que en esto de la vida y los sentimientos todos hemos experimentado las mismas cosas. Y oyes una canción que te retrata.

Has pasado por lo mismo, o lo estás viviendo, ojalá sigas viviendo esas sensaciones, pero no eres la única, aunque para ti las sensaciones son tan personales, tan excepcionales, como si las hubieras inventado tú. Son tuyas. Simplemente deja que quienes escriben mejor las cuenten.

Con permiso de Álex Ubago:
Me muero por suplicarte que no te vayas mi vida
...
Mantengo la esperanza,
de ser capaz algún día
de
no esconder las heridas que me duelen
al pensar que te voy queriendo cada día un poco más
...
Me muero por divertirte
...
Me muero por conocerte,
saber que es lo que piensas
abrir todas tus puertas
y vencer esas tormentas que nos quieran abatir
Centrar en tus ojos mi mirada
Cantar contigo al alba
...
Crear, soñar, dejar todo surgir,
aparcando el miedo a sufrir.
Me muero por explicarte lo que pasa por mi mente
Me muero por intrigarte
y seguir siendo capaz de sorprenderte
Sentir cada día ese flechazo al verte
¡Qué más dará lo que digan!
¡Qué más dará lo que piensen!
Si estoy loca es cosa mía
Y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor,
vuelvo a ver brillar la luz del sol.

domingo, 24 de junio de 2007

En casa

San Juan. Fuegos artificiales, para disfrutar como una niña (no lo puedo evitar, las olas del mar, la nieve y los fuegos artificiales me hacen volver a la niñez). Una llamada de Cris. La hoguera. Deseos en un papel. Fuego. Un mensaje sin respuesta. Mi casa. Primera noche.

Un sofá, una ventana y sólo veo copas de árboles y, al fondo un tejado. ¿Bembibre o Madrid?. Ilusión óptica. Tranquilidad.

Mi vida sigue siendo un sinfín de altibajos, sobresaltos, cambios de humor... Vértigo.

37 años para llegar a una meta. Ilusión. Esperanza.

miércoles, 20 de junio de 2007

Fondo

Esta semana he tocado fondo. Una vez más, sí... pero creo que más fondo que nunca. Empieza una nueva travesía del desierto, más dura, siempre es más dura porque las fuerzas han ido mermando a lo largo de los años. Después de mucho resistirme, de intentar salir del pozo yo sola, he tenido que rendirme y pedir ayuda.

En mi penúltimo hundi
miento, en febrero, sucumbí y llamé a Txus para reconocer que estaba al límite, que necesitaba esa ayuda. Intenté una vez más intentarlo yo sola, pero está claro que ya no soy capaz. Así que el lunes probaré la nueva fórmula.

Quiero borrar las lágrimas constantes, los miedos, la ansiedad, los nervios, la pérdida de control -detesto tanto perder el control-
, Necesito recuperar las riendas de mi vida. Intentar de nuevo hacer amigos, disfrutar del trabajo, de la gente, de los paseos. Estar en paz conmigo misma.

¿Ocaso de una etapa? ¿Nuevo amanecer?. Tiempo de tormentas y una nueva oportunidad, aunque cara, muy cara. En este último camino he perdido otro amigo. Y es de los que más han dolido. Han sido muchas horas de charlas, de intentos de enseñarme a enfrentarme a algunas fantasmas, de enfados, de risas, de largas conversaciones al teléfono, de intercambio de mails y mensajes en el msn, de detalles preciosos, de sentirme bien... Intentó hacerme ver que no podía seguir así, pero he logrado superarle. Y el precio es la distancia... una distancia que siento como un gran vacío. Otra oportunidad perdida. Con lo que me había costado volver a confiar, volver a encariñarme, volver a abrirme con alguien... y he conseguido desperdiciarlo una vez más. ¿Podré la próxima vez conservar a la gente que merece la pena?

domingo, 10 de junio de 2007

Más, más, más

Más, más, más... Corre, esfuérzate, apura. No puedes huir de tu obligación. De ser siempre más, de obtener más:

Notas más altas, más esfuerzo, más trabajo... más resultados, más rapido, más efectivos. Más ventas, más alabanzas, más objetivos. Más títulos, más conocimientos, más juicio.

Ser más amable, más simpática, más cariñosa, más comprensiva, más dulce, más equilibrada. Más alta, más delgada, más morena, más guapa. Más tranquila, más eficiente, más humana, más luchadora, más humilde, más positiva, más... mejor, muchíisimo mejor.

Más, más, más... más espejos en los que reflejarte, más objetivos a los que apuntar, más modelos a imitar, más logros a perseguir.

Para ser como quiere tu madre, tu hermano, tu jefe, tu amigo, tu prima, tu amiga, él, tu abuela, tu compañera, tu vecino, tu amante, tu peluquero, tu profesor, ellos, tú, yo...

Presión, presión, más presión. Rápido, rápido, más rápido. Se te acaba el tiempo. La cuesta se empina, la carga crece y se convierte en toneladas. El piso es cada vez más resbaladizo. Y cuanto más avanzas, más peligro corres de perder el paso, de tropezar, de caerte, de precipitarte por la pendiente. Y dudas, y pierdes fuelle, y no sabes si dejar algún fardo atrás, o recoger los nuevos "más" que jalonan el camino. Te ahogas, te asustas, no puedes más, dudas, quieres pararte, pero sabes que no puedes, que tienes que dar más, que ser más. La responsbilidad es ya un mundo en tu cabeza, sobre tus hombros, te va aplastando, eres ya diminuta, una miniatura que trastabillea pero tiene que seguir escalando, buscando más.

Me piden más, me exijo más... si no llego a más no conseguiré lo que ansío... no mereceré, no me acercaré a lo que quiero, a los que quiero.

Más, más, más... estoy agotada, no sé si por el esfuerzo en sí o por esta =a veces auto-impuesta, a veces obligada= presión. ¿Y qué pasa si no llego a más? Si un día me paro y me quedo dónde estoy. ¿Si soy como soy y no puedo o no quiero ser más?. ¿Me aceptarás como soy? ¿Me querrás como soy?

domingo, 3 de junio de 2007

96 entre 16

A veces la vida te sorprende, y cuando crees que has perdido del todo el ritmo, te encuentras con nuevas oportunidades. En forma de una terraza cerrada en la que acomodar tus lecturas, una llamada inesperada en una noche de miércoles o una noche de teatro un sábado que ya dabas por desperdiciado.

¿Qué importa que un matemático colombiano y un loco te interrumpan la cerveza para saber cuánto es 96 entre 16?, luego te vas a reír -y mucho, como hacía tiempo que no reías, tanto que hasta olvidas tantos cortes, tantas tonterías, y aplaudes, y cantas y silbas...- con una versión española de Monty Phyton, y luego te tomas un par de cervezas tan tranquila. Y vuelves a casa sorprendida porque aún puedes salir un sábado.