sábado, 7 de julio de 2007

Lejos de todo

Un camino ascendente, flanqueado por árboles cada vez más altos, me lleva a mi reducto de paz: un claro en el bosque, una casa de madera, un estanque y árboles, cientos de árboles, miles de árboles.
Me gusta quedarme en mi refugio, sola, con mis libros, el susurro del viento entre las ramas, el trino de los pájaros y el rumor del agua. Nada más. No necesito más. No quiero más.
Pasan los años y sigo feliz separada del mundo. Como única compañía, las ardillas, que se asoman curiosas. Su conversación me basta. Las únicas palabras que necesito están impresas.
La soledad es mi escudo, los árboles mis guardianes, la hierba mi lecho, la montaña mi hogar. Quiero seguir eternamente paseando este bosque, lejos de todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso que yo también me refugie en la soledad, pero no en el retiro de los árboles y las ardillas, sino en la de la multitud y el ruido. Mi refugio soy yo misma, mis recuerdos y mis pensamientos, esos que nadie sabe, esos a quien nadie cuento.

Stirga dijo...

Saber dedicarse tiempo a una misma, aunque sea en medio de la multitud y el ruido, es una necesidad y un triunfo. Atesora tus recuerdos, tus raíces, tu historia, mima y cultiva tus pensamientos... pero también comparte de vez en cuando... aunque sea sobre un papel o una pantalla... de todos modos, los silencios también transmiten mucho.

Gracias por tu visita, espero que vuelvas por aquí