jueves, 12 de julio de 2007

A.R.

Para hablar de tí, hablar contigo... no sé por dónde empezar. Me has dado tanto. Me sigues dando tanto desde la distancia. Estás tan lejos y tan cerca. Te conozco tanto y tan poco a la vez.

Por tí he llegado aquí, con todo lo bueno y lo malo, pero aquí estoy. Me has dado sobre todo fuerza, toda tu fuerza. Coraje para luchar contra todo lo que hiciera falta. Escudos para protegerme. Rabia para defenderme. Ternura para cuidar a los míos. Amor para compartir. Memoria para honrar. Indulgencia para perdonar (aunque aquí me falta mucho camino por andar). Justicia para respetar.

Y ahora que te redescubro, me has dado esperanza. Siento tu apoyo, tu fuerza, tu aliento guiándome. Mi pequeño duende verde y menudo. Me arrepiento de haber querido renunciar a algunas de las cosas que me has dado. Voy entendiendo los esfuerzos por darme fe, por hacerme ver que aún hay mucho que merece la pena, mucho que luchar, que ganar.

Me acerco a tí y siento tu dolor y quisiera enjugar tus lágrimas, curar tus heridas, ahuyentar tus miedos, borrar tus penas. No quiero hurgar en tus secretos. Respeto tu historia, tus misterios, tu vida. Sólo quiero que sepas que te guardo en mi corazón. Que deseo que puedas sentir orgullo por esta tonta que necesita merecerte, aunque siga mi propia senda. Que continúo necesitando tu fuerza. Contigo a mi lado podré reconciliarme conmigo, con mi vida, y luchar cada día. Prometo no rendirme.

No hay comentarios: