domingo, 22 de julio de 2007

Tiempos de cambio, tiempos de calma

Va a ser verdad que estoy cambiando, o que llevo tiempo haciéndolo y no me había dado cuenta. Pero, ¿quién me iba a decir a mí hace siglos -a la urbanita recalcitrante- que me iba a morir por huir de la ciudad?. ¿Que cada día iba a pensar más que igual tengo que acabar viviendo en un sitio más tranquilo?.

Que cambio encantada un paseo por el centro por una caminata por el bosque. Que cada fin de semana busco un rato -cada vez más- de calma en plena naturaleza. Que me acuesto temprano para al día siguiente levantarme pronto y subir cuando antes. Es verdad que siempre he propuesto planes para huir de Madrid, unas horas, unos días. Es cierto que Madrid y yo, en cierta medida, somos incompatibles. Que, como dice mi hermano, me provoca una reacción psíquica y física de rechazo. Puede que Madrid no esté hecha para mí, o yo para Madrid... es algo que llevo largo tiempo explorando, pero por ahora es lo que hay. Y, al menos, vivo rodeada de árboles, y el ruido del viento en sus ramas es un pequeño placer.

Los cambios sobre otros planteamientos importantes de la vida, la familia, etc. los dejaremos para otro día. Asustan demasiado, porque generan dicotomías difíciles de superar y, sobre todo, porque igual merece la pena seguir con una bandera que, si bien ya no es la tuya, es la única que se puede cumplir. Algunos sueños es mejor taparlos. ¿Para qué anhelar algo inalcanzable?. Hay que ser realista, 38 años no son nada para muchas cosas, pero un mundo para otras.

Y, como a veces las palabras tienen vida propia, lo que iba a ser el recuerdo de un magnífico día en la sierra se ha convertido en un repaso por mis cambios.

En todo caso, gracias Txus por sumarte a mis paseos en la sierra, por compartir mis -como tú dices- espacios virtuales y reales- y por esa fantástica idea de terminar el día en una juguetería. Nos merecemos muchos premios y pocas veces nos los hemos permitido. Igual ahí está el secreto, en ser un poquito más condescendientes con nosotras. A pesar de lo que te digan o te hagan sentir, sigues siendo una persona muy especial, deja salir tus toques de locura y de genialidad.

1 comentario:

Berenice dijo...

Como me gusta que esos zapatitos rojos que calzaste no se te desaflojen demasiado para poderte llevar al monte y dar repaso a tus cambios.
No tapes muchos sueños aunque no puedan conseguirse, no vaya a ser que no seas donde los guardaste y queden en el olvido.